En el tercer cuarto del siglo VI a.n.e. se inició en el Ática la producción de un nuevo tipo de copas que se caracterizaban por el estilo miniaturista de su decoración. Una de las formas más reconocidas tiene el borde superior cóncavo, como una especie de labio, separado del resto del cuerpo que es convexo. Su decoración suele estar formada por una sola figura como la del pequeño león de la muestra que avanzando con paso majestuoso hacia la derecha ocupa toda la atención del espectador. El león en Grecia fue tomado de los motivos asirios durante el período orientalizante como símbolo de la fuerza, la fiereza y la invencibilidad. Un exquisito trabajo de precisas incisiones y detalles en rojo y blanco completan la iconografía de esta bien conservada copa en la que podemos apreciar tanto la pericia del alfarero como la del pintor del período arcaico en una de las muestras más sobresalientes de la larga tradición de la copa ática.